dos sustantivos no sirven para conjurarlos.
Se presentan una tarde cualquiera
se sientan frente a ti, sonríen,
y te desordenan los conjuros.
No basta el correctísimo uso
de la primera persona del plural
o del verbo
para evitar los cataclismos
que sus ojos invocan.
Esta insuficiente gramática
no va a prevenirme
de la lluvia
que se extiende desde sus dedos.
Más ha valido dejar ser
su roce sobre todo el paisaje.
Y ante la resaca silenciosa,
la imprudente esperanza.
Se impacienta el diccionario,
se precipitan los hechizos;
Alzo la mirada, cuento cinco hacia el cielo
procuro sortilegios
y lanzo desamparados mensajes
cual náufrago
demandando regresar a las palabras.